Más o menos, hay consenso: Tomas Tranströmer es un buen Nobel de Literatura: valioso por su poesía, noble vitalmente, y aún por descubrir para el gran público. Puede que eso, la aparición de un nombre desconocido, decepcione a parte de la opinión pública (y de ahí todos los chistes en las redes sociales), pero la historia reciente del premio está lleno de nombres mucho más discutibles.
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